Ser maestro o maestra es una tarea ardua pero hermosa. Desde la primera infancia hasta la juventud, además de enseñar contenidos, el maestro o la maestra enseña a sus estudiantes habilidades sociales para la vida.

Pero ¿cómo se puede lograr esta tarea? ¡CON DISCIPLINA POSITIVA!

Quizás se entiende la “disciplina” cómo el método que utiliza el castigo -físico o psicológico- para obtener el control, pero la disciplina positiva no tiene que ver ni con el control ni con el castigo. La disciplina positiva, tiene que ver con enseñar, educar, preparar, entrenar, modelar, construir habilidades y centrarse en las soluciones.

La disciplina positiva enfatiza el equilibrio entre la firmeza, el cariño y el respeto que deben existir en la relación maestro(a) – estudiante.

Sustituir el castigo por la información es la oportunidad de aprender de los errores

El castigo no tiene cabida ni utilidad en la disciplina positiva Se ha demostrado científicamente que usando el castigo se obtienen resultados inmediatos, sí, pero que no son duraderos, porque están basados en el miedo, no en el aprendizaje.

El castigo elimina temporalmente el problema -para el/la adulto(a)-, pero no lo soluciona, ya que la conducta se seguirá repitiendo cuando la persona que imparte el castigo no esté presente. Por lo tanto, el castigo no solo es inútil para enseñar, sino que de hecho impide el adecuado aprendizaje.

¿Qué no es la disciplina positiva?

  • La disciplina positiva no es crianza permisiva.
  • La disciplina positiva no es dejar que su hijo/a haga todo lo que desee.
  • La disciplina positiva no es dejar de tener reglas, límites o expectativas.
  • La disciplina positiva no es tener reacciones a corto plazo o castigos alternativos a las cachetadas y golpes.

Entonces, ¿qué es la disciplina positiva?

  • La disciplina positiva consiste en soluciones a largo plazo que desarrollan la autodisciplina en niños y niñas.
  • La disciplina positiva es comunicación clara de expectativas, reglas y límites.
  • La disciplina positiva es construir una relación de respeto mutuo con los niños y las niñas.
  • La disciplina positiva es enseñar a los niños y las niñas habilidades a largo plazo.
  • La disciplina positiva es incrementar las competencias y confianza de los niños y las niñas para manejar desafíos.
  • La disciplina positiva es enseñar cortesía, no-violencia, empatía, autorespeto, derechos humanos y respeto por otros.

Los maestros y maestras que utilizan la disciplina positiva no evitan los problemas. Se implican activamente en ayudar a sus estudiantes para afrontar las situaciones de un modo más adecuado.

El estrés nos afecta a todos y todas, es normal sentirse estresado, cansado, angustiado. Es importante que trabajemos en desarrollar nuestra Inteligencia Emocional para que, en las situaciones de estrés, sepamos controlar nuestras emociones y medir la magnitud de nuestras reacciones, las que deberían ir siempre orientadas a guiar y promover el aprendizaje a largo plazo.

Expectativas razonables

En la actualidad los maestros y las maestras se enfrentan a muchas exigencias extremas. ¡Por eso debemos cuidar de nosotros(as) mismos(as)! Empecemos por establecer expectativas razonables para poder alcanzarlas con los y las estudiantes. Ser flexible y realista, ayuda a hacer una mejor gestión de nuestras emociones y así, tener reacciones más adecuadas, positivas y constructivas.

Límites claros y firmes

Los maestros y las maestras deben establecer, de manera clara y amable, los límites a sus estudiantes. Para garantizar el cumplimiento de las reglas y el respeto a los límites por parte de todos y todas, estos deberían ser acordados también con la participación de todos y todas y también, de aplicación para todos y todas.  Los maestros y las maestras que usan la disciplina positiva establecen límites utilizando las consecuencias naturales y lógicas, así como las rutinas, por ejemplo, si él o la estudiante, no cumple con sus tareas, no estudia, no va a clases; la consecuencia natural es que reciba malas notas y en casos extremos que pierda el año, además de golpes, gritos o cualquier otra forma de violencia, no son consecuencias naturales y solo enseñan que la violencia es la única forma de solucionar las cosas o lograr nuestros propósitos.

Conocer a los y las estudiantes

¡Que un maestro o maestra conozca a sus estudiantes es muy importante! La disciplina positiva invita a los maestros y maestras a descubrir lo que sus estudiantes piensan (cualquiera sea su edad). Para entenderlos(as) es fundamental conocerlos(as).  La pregunta ¿Qué siente mí estudiante? Es una pregunta que debe ser muy frecuente en la mente del maestro o maestra. Otra pregunta importante que debe hacerse el maestro o la maestra es: ¿Creo que mi estudiante tiene las condiciones para aprender? La confianza en que los y las estudiantes tienen la capacidad de aprender permite al maestro o maestra tener éxito con ellos y ellas.

Reconocer los errores: El primer paso para mejorar

Enseñar a los y las estudiantes que todas las personas cometemos errores y guiarlos para ver los errores como oportunidades de aprendizaje, no como pruebas de su ineptitud, es fundamental para desarrollar la resiliencia. Es muy importante que aprendan que lo primero que debe hacerse con los errores es reconocerlos, hacerse responsable de ellos y repararlos cuando sea posible. Las tres “R” le ayudarán en este proceso:

  1. Reconocer el error, asumiendo responsabilidad en lugar de culpa
  2. Reconciliarse con las personas a quienes has ofendido o herido, pidiendo disculpas
  3. Resolver el problema, pensando juntos una solución

A veces pensamos que el sentir culpa, vergüenza y sufrimiento motivará al o la estudiante a portarse mejor, pero esto NO es así. Hacer sentir mal a los y las alumnas no les enseña nada, les crea el recuerdo de una emoción negativa y una experiencia desagradable. Para promover un proceso de aprendizaje efectivo, la generación de un ambiente de confianza, seguro y positivo es fundamental.

Centrarse en las soluciones y apoyar a que sean los y las propias estudiantes quienes las encuentren

Cuando surgen conflictos entre niños, niñas y adolescentes, deben ser ellos y ellas mismas quienes encuentran modos efectivos para resolverlos. En ocasiones somos las personas adultas quienes complicamos más las cosas cuando tratamos de darles soluciones adultas a conflictos infantiles. No tiene que solucionarlo todo, guíe el proceso como un(a) facilitador(a)  y deje que sus estudiantes aporten las soluciones. Escuche las soluciones que aportan y llévelos a tener acuerdos, usted solamente este al pendiente de que ambas partes cumplan.

Ayudar a los y las estudiantes a sentirse miembros importantes del grupo

El sentido de pertenencia e importancia es un deseo primordial en los seres humanos, por ello buscamos maneras de integrarnos y de ser tomados en cuenta. Si sus estudiantes no se sienten queridos/as o aceptados/as por su maestro o maestra, pueden llegar sentirse muy mal y expresar su malestar a través de conductas agresivas o desafiantes. Una vez que se comprende porque hacen lo que hacen, es más fácil pensar en cómo motivarlos y motivarlas.

Tomarse unos minutos para resolver un conflicto y volverlo un momento pedagógico hará mucho más fácil enseñar.

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