Como hijos, tuvimos y tenemos la oportunidad de estar cerca de papá o quizás no, existen infinidad de razones para que eso haya ocurrido; por ello hoy, aprovechando que se conmemora el “Día del Padre”, haremos referencia a su rol en nuestras vidas, en la vida de los hijos.

Muchos años atrás la dinámica familiar nos planteaba la imagen del padre como la de un proveedor económico, figura de poder y autoridad total; pero con el paso del tiempo, su rol dentro la familia y específicamente en el desarrollo de los niños y niñas ha ido cambiando. Ahora mamá también trabaja y papá debe pasar más tiempo en casa supervisando tareas, preparando la comida y escuchando las vivencias diarias de sus hijos.

Todo un reto

La paternidad desde su inicio es una de las tareas más importantes y gratificantes, pero también conlleva un reto, pues además de crear relaciones cercanas con los hijos e hijas uno se convierte en la figura de apoyo y seguridad que impulse al niño y niña a confiar en sí mismo y desarrolle una personalidad que le ayude a salir al mundo y enfrentarlo de manera positiva.

La manera en la que el niño, niña o adolescente vea al mundo se verá influencia por el precedente que sentó la figura paterna en su vida, pues es a partir de la convivencia en familia que se construyen los cimientos de la personalidad.

Conductas que dejan huella

Un viejo dicho señala que lo mejor es predicar con el ejemplo y eso nos lleva a mencionar que algunas actitudes de los padres, sean estas positivas o negativas, dejan huellas imborrables en sus hijos.

Existen cuatro conductas especialmente importantes que los hijos jamás olvidan y con las que se debe tener cuidado si se quiere ejercer una paternidad sana y útil:

  1. El trato hacia mamá

La relación entre los padres será el patrón que tenga el niño, niña y adolescente para establecer una actitud frente a las relaciones de pareja. Los conflictos entre los padres generan angustia en el hijo o hija y posiblemente, de adulto de manera consciente o inconscientemente repita con su pareja lo que vio en casa, sea esto bueno o malo.

No se debe descuidar el ejemplo que se da y sobre todo se debe optar por una disciplina positiva basada en amor.

  1. La violencia nunca se olvida

La relación de un padre con sus hijos nunca es perfecta, siempre habrá momentos de tensión o contradicción y eso es algo normal. Lo que marca la diferencia en este tipo de relaciones, es la manera de afrontar esas dificultades y, lamentablemente, muchos padres a nombre de educar o disciplinar recurren equivocadamente a castigos físicos y/o emocionales.

Es posible que con el maltrato se logre intimidar al niño, niña o adolescente  para que haga exactamente lo que el padre quiere, pero esos malos tratos se convertirán en el germen de la falta de autoestima.

El corazón de un niño es muy susceptible, y si se hiere de manera constante, por tanto lo mejor es abordar las situaciones que se presenten de forma positiva, asertiva, pero también firme, lo que abrirá a una relación de respeto mutuo, empática y lejana de la violencia.

  1. Nunca les dieron atención

Para los hijos e hijas, el trabajar más de la cuenta para poder pagarles un colegio caro no es la mejor muestra de amor. Ellos prefieren que su padre comparta tiempo con ellos para conocerlos y estar al tanto de su mundo.

Los hijos nunca olvidan que el padre no estuvo para dar un consejo o apoyarlos cuando más lo necesitaban.

Para los niños, el amor que les brinda su papá siempre estará íntimamente relacionado con la atención que reciben de ellos.

Experimentan la falta de atención como una suerte de abandono, como un mensaje que dice: “no eres suficientemente importante”. Esta actitud también repercutirá en sus futuras relaciones cuando sean padres o madres.

  1. El valor que le dan a la familia

Los niños, niñas y adolescentes disfrutan de las celebraciones y encuentros familiares, pero sobre todo los necesitan; sin importar el menú o si habrán o no obsequios.

Si papá deja de asistir a uno de sus partidos de fútbol o no asiste a alguna de sus reuniones de amigos y pone a las actividades familiares, y por ende a la familia, como prioridad; los hijos aprenderán el valor de la lealtad y del afecto. De adultos, también serán capaces de dejar de lado otros compromisos para estar con sus parejas, hijos e hijas y a su vez ir a ver a sus padres cuando ellos lo necesiten. Sentirán que hacen lo correcto, guiados por lo que vieron y vivieron en su infancia y tendrán mayor capacidad para dar y recibir afecto.

Todas estas conductas que se ven durante la infancia y adolescencia acompañan a las personas  durante el resto de sus vidas y relaciones.

Una  crianza sustentada en el amor, la protección y la disciplina positiva es el mejor regalo que puede un padre compartir con sus hijos.

Los hijos van a recordar siempre que su padre o su madre fueron capaces de poner como prioridad a la familia en distintas circunstancias.

Derechos de las imágenes:

i.pinimg.com/encuentra.com/pubs.niaaa.nih.gov/www.thetalcottcenter.com

TELÉFONOS DE OFICINA

 (+591) 291 68 18

 (+591) 291 68 11

(+591) 275 18 12

ESTAMOS EN:

MISIÓN, VISIÓN, VALORES Y PRINCIPIOS:

Trabajamos con niñas, niños y su entorno para promover sociedades justas y equitativas que garanticen sus derechos y bienestar.

Un mundo donde todas las niñas y los niños disfrutan plenamente de sus derechos y de una vida digna.

Compromiso social, equidad y respeto.

Participación, no discriminación, transparencia y dinamismo.