Las niñas y niños tienen derecho a vivir y desarrollarse en ambientes seguros y protectores, desde el hogar, donde deben crecer en medio de afecto y protección, continuando en la escuela, los parques y las calles. Para que esto se cumpla, todos y todas estamos llamados a garantizarles una Comunidad Protectora.
Una comunidad protectora es aquella en la que cada uno de sus miembros asume la responsabilidad de organizarse, vigilar, proteger y denunciar cualquier situación que ponga en riesgo a niñas y niños, no sólo a los propios, sino al del vecino, al de la escuela.
La ausencia de comunidades protectoras pone en riesgo a niñas, niños y adolescentes y los convierte en posibles víctimas de innumerables formas de violencia.
Estas comunidades desarrollan acciones como:
- Establecer medidas de cuidado y protección que comienzan en el hogar.
- Coordinar e implementar acciones que apoyen y promuevan el ejercicio de derechos de niñas, niños y adolescentes.
- Desarrollar acciones de apoyo y fortalecimientos a las familias desde las comunidades de las que son parte.
- Generar conciencia e involucramiento para identificar y disminuir las situaciones de riesgo que pudieran existir en nuestra comunidad.
Todos y todas, padres, madres, educadores, vecinos/as, caseritas, choferes, policías, comunicadores, trabajadores, estudiantes, autoridades, desde nuestro rol en la comunidad, debemos tomar acciones inmediatas y coadyuvar en la creación de comunidades protectoras para que nuestra niñez y adolescencia puedan gozar de una vida plena y segura.
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