Pronunciamiento en el Día Mundial contra la Trata de Personas
La trata de personas constituye una de las más horrendas violaciones a los derechos humanos, es la negación total a la calidad de sujetos de derecho, reduciendo a las víctimas a objetos de comercio y explotación, susceptibles de ser vendidos y comprados cual mercancía.
Los datos indican que 3 de cada 4 víctimas de trata son mujeres o niñas, en la mayoría de los casos, explotadas con fines sexuales o laborales.
La magnitud del problema, sus características clandestinas, negadas o invisibilizadas hacen difícil establecer estadísticas en cuanto a víctimas, sin embargo, se calcula que en todo el mundo se vende y compra, anualmente, a más de un millón de niñas, niños y adolescentes con fines de explotación.
Dada la dimensión del problema y su complejidad, la prevención y atención requiere una actuación coordinada, una búsqueda permanente de alianzas entre Estados, comunidades, sociedad civil, empresas, medios de comunicación y la ciudadanía en general.
Educo, como organización que trabaja de forma comprometida por los derechos de la niñez y adolescencia, denuncia y repudia cualquier forma de violencia, maltrato o explotación hacia la niñez y adolescencia.
Consideramos que, frente a la realidad de millones de niñas, niños y adolescentes que viven situaciones de trata y explotación es necesaria una respuesta coordinada, inmediata, integral y sistemática, que involucre a todos los niveles de la sociedad.
Desde Educo, nos sumamos a las iniciativas que el Estado ejecuta en respuesta a la problemática, conscientes de la importancia de la implementación de programas integrales y sostenibles, tanto de información y prevención, como de atención y protección a la niñez y adolescencia en situación de riesgo o que han vivido ya situaciones de trata.
La desestructuración familiar y la violencia en el hogar son factores de riesgo que llevan a niños, niñas y adolescentes a exponerse a situaciones de trata. Apoyemos y fortalezcamos a las familias mediante estrategias integrales, que les permita por un lado cubrir sus necesidades al mismo tiempo de ofrecer entornos seguros y protectores para sus hijos e hijas.
Como sociedad, no existe justificación alguna para seguir permitiendo prácticas denigrantes y contrarias a los derechos humanos de niñas, niños y adolescentes.
Las comunidades debemos asumir un rol protagónico en la vigilancia y protección, organizándonos y denunciando cualquier situación que ponga en riesgo la integridad de nuestra niñez y adolescencia.
¡Hoy y todos los días, trabajemos de manera conjunta y comprometida para asegurar a todas las niñas, niños y adolescentes, un desarrollo integral pleno y libre de violencia!